Ya que esta semana apuntamos a beber o no beber, les traemos el cóctel más caro del mundo: 8.800 euros por trago. ¡Mama mía!
En el sofisticado mundo de la coctelería, donde las bebidas dejan de ser meros líquidos para convertirse en alquimia, existe un firmamento reservado a cócteles que desafían cualquier límite económico.
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Más allá de la suma de sus ingredientes y la destreza del bartender, hay un factor intangible que los eleva a precios astronómicos: el lujo que se narra en cada sorbo. Y en este exclusivo universo, un cóctel ha reclamado el trono: el Salvatore’s Legacy, que se sirve en Londres a un precio de 7.500 libras esterlinas (es decir, unos 8.800 euros) y que se ha convertido en el más caro del mundo.
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Su historia se remonta a 2012, cuando el legendario barman italiano Salvatore Calabrese lo creó con la intención de tratar de viajar en el tiempo. Su fórmula es sencilla en concepto, pero abrumadora en exclusividad, ya que los licores que incluye superan la edad conjunta de 600 años. La joya de la corona es un Kümmel de 1770, seguido por un Clos de Griffier Cognac de 1788 y un Dubb Orange Curaçao de 1860, todo rematado con unas gotas de Angostura de principios del siglo XX.
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No es sólo un cóctel, es un testimonio bebible de la historia, con ingredientes que han sobrevivido a revoluciones, guerras y cambios de era.
Servido en una cristalería de lujo en el exclusivo bar Playboy Club London, este cóctel es preparado vertiendo cada ingrediente con la precisión de un orfebre, asegurando que la mezcla mantenga un equilibrio perfecto entre dulzura, profundidad y complejidad.
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El Legacy no es el único en la liga de los cócteles que desafían el sentido común del bolsillo. En la otra orilla del Atlántico, en el restaurante The Wynn en Las Vegas, se encuentra el Winston, un cóctel que llegó a venderse por 12.970 euros, y cuyo ingrediente estrella era un Cognac Croizet de 1858. Y si hablamos de extravagancias, el Diamonds Are Forever Martini, del Ritz-Carlton en Tokio, se lleva la palma al incluir un diamante real en el fondo de la copa.
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Más allá de su composición, estos cócteles trascienden la categoría de bebida para convertirse en arte líquido. Beber un cóctel de miles de euros no es simplemente degustar una mezcla de sabores, sino formar parte de una narrativa que mezcla historia, lujo y ostentación en una misma copa. Y, evidentemente, un símbolo de estatus para quienes se lo pueden permitir.
Fuente: www.sczgourmet.com