El turrón de Jijona, ese suave y cremoso manjar que se derrite en la boca, es mucho más que un simple dulce navideño. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los monjes de la zona de la Sierra de la Culebra empezaron a mezclar almendras, azúcar y miel para conservarse durante el invierno. Con el paso del tiempo, la receta se perfeccionó y se convirtió en un símbolo de la identidad gastronómica de la provincia de Alicante.
En 2025, la tradición sigue viva gracias a la comunidad de artesanos que protege cada detalle. El proceso de confitería es laborioso: las almendras se tuestan a la perfección, se muelen hasta obtener una pasta suave y luego se mezclan con azúcar y miel en proporciones exactas. El resultado es un turrón húmedo, casi pastoso, que se corta en finas láminas y se envuelve con cuidado.
Pero el turrón de Jijona no es solo un dulce; es un patrimonio cultural. La Denominación de Origen Garantizada (DOG) garantiza que solo los productos que cumplen con los estrictos requisitos de la zona lleven ese nombre. Eso significa que cada bocado es un viaje a la historia de la región, a la tradición de la pastelería y a la pasión de los artesanos.
Para los que buscan la mejor experiencia, la temporada navideña es el momento perfecto. Los puntos de venta en la ciudad de Jijona y en las tiendas especializadas ofrecen desde versiones clásicas hasta ediciones limitadas con chocolate o frutas secas. Y si quieres llevar un pedacito de tradición a casa, recuerda que el turrón de Jijona debe almacenarse en un lugar fresco y seco, lejos de la luz directa, para conservar su textura y sabor.
En 2025, el turrón de Jijona sigue siendo el protagonista de las mesas navideñas en España y en el extranjero. Su combinación de dulzura, textura y historia lo convierte en un regalo que trasciende generaciones. Así que la próxima vez que busques un regalo que sea más que un simple postre, elige el turrón de Jijona y comparte un pedazo de historia con tus seres queridos.
Ingredientes
- 300 g Almendra molida
- 200 g Miel
- 100 g Azúcar
- 1 Ralladura de limón
- 1 Canela (opcional)

Preparación
- Tanto si partimos de almendras enteras como ya molidas, en primer lugar las tostaremos en una sartén amplia a fuego medio, removiendo constantemente unos minutos hasta que empiecen a dorarse y emitan su aroma característico. Retirar y dejar enfriar.
- Si usamos el fruto seco entero tendremos que molerlas, preferiblemente con una picadora, robot de cocina o batidora de vaso bien potente. Podemos ajustar la textura al gusto, más o menos fina. Algunos trocitos más enteros aportan un buen constraste.
- Poner en un cazo al fuego la miel con el azúcar, calentar a potencia baja y cocer hasta que se integren en una masa semilíquida y homogénea, removiendo con suavidad. Retirar del fuego.
- Batir con un tenedor o varillas la cara de huevo hasta que espume e incorporarla al cazo, removiendo rápidamente. Devolver al fuego, a temperatura muy baja, y cocer removiendo sin cesar hasta que se forme una crema espesa evitando que cuaje la clara.
- Retirar e incorporar la almendra, la canela, una pizca de sal y, si usamos, la ralladura fina de 1/2 limón lavado, solo la parte amarilla. Trabajar el conjunto con energía hasta tener una masa bastante espesa pero maleable.
- Llevar al molde apretando bien, cubrir con plástico film o una hoja de papel sulfurizado y poner un peso encima (por ejemplo, un brick de leche). Esperar a que se temple y después dejar enfriar en la nevera al menos seis horas, o toda la noche, con el peso encima.



