Si bien en Argentina hay una larga tradición de consumo de espumantes franceses, lo cierto es que desde hace unos años los italianos desembarcaron para quedarse, y su presencia es cada vez más visible en las fiestas, las terrazas y los rooftop bars de Buenos Aires. A la cabeza de esta revolución del paladar local se encuentra Martini, con su línea de espumantes entre los que se destacan el Prosecco y el Asti.
Probablemente hayan probado Prosecco en algún momento, o al menos sepan de qué se trata, pero ¿qué saben del Asti? En esta ocasión les contamos todo sobre esta exquisita variedad de la bebida de las burbujas.
Primero, un poco de historia: el Asti nace de la uva Moscatel Blanca, originaria del Piamonte. Se cree que es una de las variedades más antiguas de la región, aunque su uso en la producción de espumante es más bien reciente, teniendo en cuenta que los primeros registros que se tienen del llamado Asti Spumante son de 1870, cuando un tal Carlo Gancia, quien vivía en el pueblo de Canelli y estudiaba el método champegnoise, decidió hacer la prueba con la Moscatel que tanto crecía en la zona. Hoy en día el método utilizado para la elaboración del Asti es el método Martinotti.
El Asti ganó popularidad después de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos de los soldados que regresaron de Europa a sus hogares llevaron consigo el gusto adquirido por el vino dulce y liviano. Fue justamente ese dulzor característico del estilo, además de los enormes volúmenes producidos y exportados, lo que hizo que el Asti perdiera durante algunos años su fama. Felizmente, sin embargo, en 1993 el espumante adquirió su denominacion de origen, y los productores encontraron la manera de revalorizarlo cambiando el estilo, haciéndolo menos dulce y agregándole complejidad en sus notas. El Spumante Asti pasó a llamarse simplemente Asti, lo que le agregó distinción, y el producto volvió a ser un tema de conversación entre los amantes del buen vino y los buenos espumantes.
La elaboración del Martini Asti, realizada en el Piamonte italiano, sigue un procedimiento especial, llamado Método Asti, usado generalmente en la producción de espumantes dulces, afrutados y de baja graduación alcohólica. A diferencia del método champenoise y del método Martinotti, empleado en el Prosecco, el método Asti requiere una sola fermentación alcohólica y no dos para desarrollar las burbujas.
La fermentación se realiza en un tanque presurizado; en la primera fase se permite que el dióxido de carbono resultante salga del tanque, mientras que en una segunda fase el tanque se sella para que el CO2 se disuelva en el vino, creando burbujas finas y delicadas. El proceso de fermentación es detenido cuando el espumoso alcanza una graduación alcohólica de aproximadamente 7% (significativamente menor a la de los espumantes obtenidos por método tradicional).
“Este espumante es una invitación a celebrar de una manera apasionante, auténtica y vibrante, a través de la vitalidad y el estilo de vida italiano. En Martini producimos espumante italiano desde 1863, y si bien mucho puede haber cambiado durante todo este tiempo, nuestra misión principal sigue siendo la misma: ser una tradición moderna, tomar las mejores uvas del Norte de Italia y utilizar nuestra experiencia para crear vinos deliciosos que se disfruten en todo el mundo”, comentó Laura Muñiz, Regional Brand Ambassador de Martini LAC Region.
Martini Asti forma parte del portfolio premium de la marca, y se puede degustar en los mejores bares y las terrazas más veraniegas de la ciudad. Recomendamos, por ejemplo, pedir un buen Asti en los locales de Aldo’s Restaurante y Vinoteca de San Telmo (Moreno 372) y Palermo (Arévalo 2032).
Muchos de los grandes bartenders han incorporado el Asti a sus nuevos cocktails y promueven la bebida con su frescura y su espíritu. Es un espumante diferente, con un carácter descontracturado y una innegable «italianidad» que transporta a quien lo toma lejos de los trajines porteños. La dolce vita en copa.
Fuente: www.cuisine.com.ar